El estrés

En relación al estrés debemos hacer una diferenciación entre aquellos niveles necesarios para responder a situaciones de demanda y los niveles que, por acumulación, comienzan a ser el desencadenante o agravante de procesos de desequilibrio.

Hoy comenzaremos definiendo el estrés: según Lazarus, el estrés es el resultado de la relación entre el individuo y el entorno, evaluado por aquel como amenazante, que desborda sus recursos y pone en peligro su bienestar. A partir de esta definición vemos que el estrés como factor de riesgo surge del “resultado de una relación”, de una “evaluación”, de una persona que percibe la situación como amenazante y siente no tener suficientes recursos (herramientas) para afrontarlo.

Podemos así darnos cuenta de que esta subjetividad con que se percibe hace que algunas personas se estresen ante ciertas situaciones y otras no. Hay estresores comunes a todos y hay estresores personales. “No es el estresor en si mismo sino la forma de percibirlo y de manejarlo…”

Los estresores más peligrosos son los psicológicos. Cuando estamos frente a un estresor interno (psicológico) o externo, la respiración es corta. Respiramos con la zona superior (músculos respiratorios intercostales), consumimos mucho oxigeno (el aire no alcanza, suele decirse), se acelera el ritmo cardiaco, sube la tensión muscular y comienzan a surgir emociones y pensamientos que acompañan el estado físico.

El círculo vicioso se pone en marcha: pensamientos, emociones y sensaciones físicas que al gatillarse generan un círculo vicioso de desregulación donde se activa el sistema nervioso simpático…

Próximamente iremos presentando algunas herramientas para manejar y reducir el estrés, herramientas que la práctica sistemática de mindfulness a través del modelo MBSR nos permite desarrollar y de esta manera ir rompiendo estos circulos viciosos para enrar en círculos virtuosos de autorregulación.

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